Ha pasado mucho tiempo desde que era habitual oír que una mujer embarazada tenía que dejar de entrenar. Actualmente podemos ver con mayor frecuencia a embarazadas llevando un estilo de vida saludable donde integran al mismo tiempo un plan de actividad física y una alimentación sana dentro de sus vidas.
No estoy fomentando que la vida de una mujer deba ser exactamente igual a la que llevaba antes de quedarse en este estado, ya que si es verdad que existen algunas contraindicaciones y limitaciones. Lo que si quiero dejar claro es que un embarazo es una verdadera prueba de ultraresistencia en todos los aspectos donde el estado físico y emocional toma un papel principal: una condición física que le permita sobrellevar el parto con tranquilidad y sin sobresaltos.
Si es verdad que existen unos cambios fisiológicos muy significativos, como por ejemplo un aumento del consumo de oxígeno que conlleva una mayor frecuencia cardiaca (cualquier esfuerzo de la mujer hace que se canse con mayor facilidad); cambios en su capacidad de equilibrio debido que su centro de gravedad también se modifica; y no olvidar los cambios físicos y hormonales que son muy evidentes con el paso de los meses. Esto no quiere decir que se deba olvidar esa parte de persona activa o que se haya acabado su vida deportiva. Si después del primer trimestre, que es donde más riesgos hay, no existen contratiempos se puede planificar de manera gradual un programa de calidad que le ayudará mucho en su futuro parto.
Por lo tanto un plan de entrenamiento funcional de dos o tres sesiones semanales de aproximadamente cincuenta minutos donde, como decía con anterioridad, se tenga en cuenta más la calidad que la cantidad junto con una supervisión de un profesional se disminuirán las molestias del embarazo, se mantendrá un bienestar físico y mental en la mujer.
En definitiva, si no existe ninguna restricción médica, una mujer embarazada puede y debe realizar un programa de actividad física acorde a sus condiciones. Partiendo de que no todas los sujetos son iguales, mi objetivo principal como preparador físico y de la mujer ha de ser el mismo, “mantener un estado de salud óptimo”, sin buscar un rendimiento concreto.
Un artículo de Jacobo Pérez.
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